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Entrevista a Eduardo Padilla.

Alan Méndez: Recientemente escuche uno de tus poemas en el canal de Youtube llamado “Los desadaptados”, el poema se titulaba “Pereza”; puse el video al menos unas 7 veces. En base al poema ¿Cómo influye la pereza al momento de hacer poesía o en cualquier otro escrito?


Eduardo Padilla: La pereza está en todo, no exagero. La pereza y la inercia son fuerzas universales y tienen gran poder sobre nosotros. Sin importar cuánto trabajes, al final ellas llegan y se apropian de tu ciudad, de tu casa y de tu cuerpo. La pereza y el abandono siempre ganan.En cuanto a escribir, la Pereza quiere que yo escriba poemas y relatos cortos. Me resulta imposible hacer novelas. La Pereza se ha hecho amiga de mi compulsión, que me hace re-escribir frases una y otra vez, cambiar de parecer sobre qué decir y cómo decirlo, y entre las dos me tienen escribiendo textos breves.


AM: El estereotipo que se hace del escritor y en especial del poeta es el de un hombre borracho, mujeriego, apostador (Whitman), vicioso, etcétera, según tu perspectiva: ¿El poeta necesita la soledad para escribir, necesita la carencia o la desdicha? ¿O simplemente es un estereotipo?


EP: Es eso justamente, un estereotipo. Por cada Whitman tenemos a un Pessoa, y por cada Hemingway cazador de leones tenemos a un Kafka que no mata una mosca.

El escritor necesita soledad física para escribir, pero no es necesario que sea un lobo estepario. Hay personas muy sociales que escriben de maravilla. Y hay bichos raros, extraterrestres, pegándole al teclado. Entonces, lo único que tenemos todos en común es que necesitamos de un cuarto propio para escribir. Necesitamos estar a solas o, por lo menos, que no nos estén molestando. Aquella escena de Ed Wood donde Johnny Depp está escribiendo un guion mientras charla casualmente con su esposa, ese es un ejemplo de cómo no hacerlo. Se requiere de concentración, es como un trance. Jack Nicholson lo dice mejor que nadie en El Resplandor: “Cada vez que entras por esa puerta, me jodes la puta concentración.” Su furia satánica se entiende, en cierto modo. La carencia y la desdicha son derivados naturales de la literatura. Si uno quiere montañas de azúcar y placidez, debe buscarse otro oficio.



AM: ¿Qué poetas mexicanos y extranjeros son de tu agrado?


EP:Hay más muertos que vivos, pero eso es normal. Los que saben de números dicen que hay más humanos muertos que vivos en este planeta así que es natural que muchos de mis autores favoritos ya estén muertos. Pero también hay vivos que me entusiasman. Extranjeros: Charles Simic y Thomas Ligotti, por ejemplo. Ligotti es más bien narrador, pero es como Bruno Schulz, que está entre la narración y la poesía. Ambos son genios.


Mexicanos y Latinoamericanos, me alegra decir que hay muchos autores vivos formidables. Podría armar una cuartilla entera con nombres que valen la pena y aun así dejaría a varios fuera. Puedo decir cuál es mi favorito en este momento: Ismael Velázquez Juárez. Tremendo, él. Pero vamos, hay mucho que leer: Maurizio Medo, los hermanos Ortuño, Luis Arellano, Luis E. García. Rodinás. Sergio Ríos. Álvaro Luquin. Son ejemplos a la mano. Hay muchos otros. Incluso me da vergüenza elegir. Sería un pésimo organizador de antologías yo. Imagina tú que tuviera que armar un arca de Noé para salvar a escritores. No podría hacerlo. Tendríamos el agua hasta el cogote y yo seguiría sopesando minucias.


AM: He llegado a percibir que algunos poetas como Ángel Ortuño, José Eugenio Sánchez o Esther M. García –por nombrar a unos cuantos- tratan de romper con el canon temático/estilístico de la poesía ¿Qué piensas de la poesía que se crea actualmente en México?


EP: La gente dice que la poesía está en crisis. Yo digo: fantástico. Enhorabuena. Es como el salvaje oeste. Es la anarquía. El comando central está roto. El mapa explota en múltiples direcciones. No hay concilio o solución a la vista. ¡Fantástico! No hay una moneda que una a las tribus. Los viejos castillos se colapsan y de las ruinas salen individuos a pie o a caballo. Se pueden llenar libros tratando de explicar la genealogía de la crisis, pero en cierto sentido elemental, resulta obvio y evidente: vamos de vuelta al caos. Y si el caos está de vuelta, ¿no tiene sentido que se aparezca primero en la poesía? La poesía solía ser oráculo y heraldo— ¿tal vez lo sea de nuevo?

El caso de Ortuño es curioso, por cierto, y espero que un futuro historiador (si es que lo hay) le saque un buen sentido. Me parece que Ortuño siempre ha sido un agente desestabilizador, un falsificador de monedas. Lo digo con admiración. Ortuño hace una sola cosa, pero la hace en una gran variedad de formas. Y esas formas son muy metódicas. En breve, creo que Ortuño es un Fausto, o un Dr. Frankenstein. Creo que esos mitos lo describen bien. Cada texto de él es un monstruo artificial que da en el blanco de la condición humana. Y en el fondo, me parece que su ambición es clara: libertad. Libertad, sexo y muerte, unidas por una carcajada.



AM: Muchos de tus poemas aparecen en la página electrónica Transtierros ¿Dónde podemos encontrar tu poesía además del formato digital?


EP: Creo que mis primeros libros ya no se consiguen— o se vendieron todos, o las librerías los tiraron a la basura. El más reciente, Blitz, editado por filodecaballos, aún se puede comprar. En la Gandhi se consigue, por ejemplo. Y ya viene uno nuevo, en la editorial Bongo. Será un tiraje modesto y si se vende, haremos otro tiraje. Mis primeros 3 libros se pueden leer gratis en versión digital, por cierto. Aquí está el link:


https://poesiamexa.wordpress.com/2016/03/16/eduardo-padilla/



AM:Por ultimo Eduardo; a lo largo de la historia se han preguntado cúal es la función de la poesía o que significa esta, buscando y rebuscando una definición objetiva, cuando existen miles de definiciones posibles ¿Qué crees que sea la poesía? ¿Cuál sería tu definición?


EP: La poesía se parece mucho a la vida en cuanto a que ninguna de las dos sirve para nada. Te puedo asegurar que si la poesía sirviera para algo yo no me molestaría en escribir una sola línea. Uno de los lujos de la poesía, y del arte en general, es que no sirve para un carajo. Excepto el arte “social y didáctico”, pero por mí, que le den por el culo, detesto todo lo que sea didáctico y que se engomine el pelo con la jalea del Progreso.

Mi definición de poesía es: “Género literario que paga menos que la Narrativa.” Es una definición estúpida, pero a mí me parece que todas las definiciones de poesía son necias y estúpidas. Por lo menos la mía es estúpida por volición propia.



Eduardo Padilla (Vancouver, 1976) es traductor, jugador compulsivo y autor de Wang, vector(Ornitorrinco); Zimbabwe (El Billar de Lucrecia); Minoica (escrito en colaboración con Ángel Ortuño, publicado en editorial Bonobos) y Mausoleo y áreas colindantes (La Rana). Su obra ha sido publicada en Letras Libres, Tierra Adentro, La Tempestad, Mula Blanca, Luvina, Crítica, Metrópolis y Transtierros;




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