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Reina Japonesa

En la esquina antero superior izquierda del cuarto se guardó su voz, la única dulzura de aquel pequeño e insípido cubo en el que vivimos por tantos años, prevalecer en este pequeño mundo alejado del viento, el canto de las aves y las flores de cerezo son mi único deseo. Como si la permanencia supliera de inmediato una existencia compleja y duradera, el tiempo ha sido bueno conmigo, todos sus cuidados, todas sus palabras y todo su amor… Me la quitaron tan pronto.


Siempre pensé que vivía conmigo -mi compañera de vida-. Hoy solo puedo contemplar su ausencia y decir que en realidad vivía para mí. Como un esclavo amoroso, a mis ojos se escondió su dolor, su vida, sus planes y sus sueños tanto que ni siquiera es válido decir: vivía por mí. Hoy hace 3 días que la guardo en el cuarto.


El amor es un esbozo del equilibrio libre y puro, la libertad duele y se acompaña de soledad, la pureza es una extensión de la oscuridad, todos tenemos malos amores; pero no lo he perdido todo y eso me consuela un poco.


Me duelen los muros ausentes, su calor, el oír su voz escapando cada noche de la esquina antero superior izquierda del cuarto. Quisiera escuchar sus labios decir: –Donde estas amor que no llegas. –Espero que tengas un buen día. –La cena esta lista. – Tienes frió, -Mishima mi amor... Es una tortura que me hace feliz, hilos de voz recorren el cuarto formando telarañas de amor ausente, el veneno recorre mi tímpano raudo y frió para hacerme pronunciar su nombre y tragar de a poco el dolor de los dos.


-Ana…


La lluvia en el mar más próximo agita las ventanas, los rayos iluminan el pequeño complejo con cuerpo de alcantarilla; La luna presente tras las nubes, silbido o canto marino.


-Así que al final si hay algo que nos acompaña a las puertas de la muerte ¿Verdad?


La mira fija y tranquila en la única ventana, se descubre una sombra vigilante, un cuerpo extremadamente grande que respira agitadamente como ansioso por presentarse.


-Así es, con penetrante voz, hoy vas a morir pero que yo esté aquí significa que antes de irte sufrirás, has hecho algo muy malo pequeño humano, debo estar presente hasta que dejes de respirar, pero sabes no me gusta el tono de tu voz, hasta debería ayudarte. Morder tu corazón y desgarrarlo de a poco, apretar tus pulmones, poner mi boca en la tuya para que sientas la asfixia aniquilante de un metal cruzando tu cuerpo de boca a ano perse será fácil y no debo molestarme, estas allí hablando solo, ya estás loco, solo falta que entre en ti el deseo por morir, ella ya no está, se ha marchado, te dejo solo.


- Matate ya que mi tiempo es importante.


-Triste Dios de la muerte que no sabe más que de soledad ¿Cuando has amado? ¿Qué sabes de sentir amor? Tú simple estructura del principio, siento pena de ti y no generas más que molestia ¡Lárgate!


La luna ilumino el rostro blanco y amoratado, sonrisa mórbida, dientes astillados y salientes, líneas negras en lugar de labios, pómulos prominentes y mirada penetrante.


-Veamos cuánto dura tu valor, creo que ya entiendo eres de los que sabe algo, hoy morirás cantándole a la vida. No lo puedes imaginar he esperado tanto tiempo para escucharlo, cuentan que el sonido del dolor de ustedes es tan delicioso que sentiré ganas de tronar cada hueso, de arrancarte la piel y disfrutar cada grito. Cuentan que se siente un placer inconmensurable, te puedo hablar de aquel mundo que solo se construye de palabras y tú contribuirás con algunas esta noche, créeme ya no puedo esperar.


-Antes de que escuches salir de mi boca un lamento ya estaré muerto y descansando en el paraíso con mi amada, ningún destino está escrito, la maldad del hombre es diferente de la tuya pues tú no la comprendes eres una bestia y tal vez menos que eso un objeto de la bajeza plena. Los dioses padres no pueden forjar destinos para la inmundicia, eres una basura por perseguir el dolor y las palabras de los hombres, que despreciable, solo me haces pensar en la fuerza y el valor para conservar mi vida un día más.


La lluvia se precipitó por completo, el petricor se impregno de silencio y muy despacio con el recazo de la catana en mano Mishima profundizo una herida mortal en el abdomen que hizo surcar de flaco a flanco, un mar rojo emergió de la línea trazada, ninguna palabra o quejido fue pronunciado. La sangre fluyo un buen rato. Al llegar al piso se formaron gotitas y después racimos de coágulos como crestas de gallo o racimos de uvas muy pequeñas.


Tan desconcertado y bajo la oscuridad la sombra ya no tenía la sonrisa mórbida y las palabras ni se le presentaban, solo podía mirar. Se yuxtapuso frente al cuerpo sin vida, cogía ente sus manos una tablilla limpia, sumergió su negra y larga uña entre algunos coágulos y penetro la tablilla:


- ¨Shinigami Hema¨


Nada en esas palabras representaba algo de la tarea encomendada.

En el diminuto cuarto alguien hablaba tras la cortina, una dulce voz se formaba bosquejos de tantos y diferentes días, nunca nada estuvo tan vivo en aquel pequeño lugar.


Recorrió con el oído el mundo de aquellos amantes, frió y solo y por vez primera sintió dolor del desagradable, los hilos que se formaban poco a poco lo tomaron como si fuera una mosca, el terror lo mantenía inmóvil, la voz formo más hilos a su alrededor que para el serian como espadas sin filo, pues le desgarraron su dura piel quebraron sus dientes y huesos, los gritos de un Dios de la muerte son algo enloquecedor sus vociferantes palabras de asfixia iban borrando el manto nocturno y por primera y última vez conoció el tormento de un amor verdadero.



El autor es de Tehuacán, nació en 1994. Es estudiante de Estomatología.





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