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Ignacio.

Estos días me he estado levantado muy temprano. Hoy lo hice alrededor de las cinco de la mañana, eso es lo que creo. Abro los ojos, me levanto y lo primero que hago es ir por mi celular. Demonios, ¿dónde lo habré dejado? reviso mi ropero, estiro mi mano y, como si realmente tuviera la certeza de haberlo dejado ahí, tomo mi celular.


Observo la hora, tres veintiocho de la mañana, ¿es en serio? y no hay nada nuevo. Regreso a la cama algo decepcionado, como lo hago todas las noches por no haber encontrado ni siquiera un mensaje. Me siento mal, y todo fue por beber ese maldito licor de ansiedad, dulce veneno corrosivo, una vez más el tiempo me ahoga.


La ruidosa boda que empezó desde ayer en la tarde, sigue en pie y me enojo un poco, ¿por qué chingados se les ocurrió casarse en domingo? Bueno a mí que me importa, los novios ni son mis amigos. Espero poder dormir, es lo que pasa por mi cabeza, pero yo sé que esa ridícula fiesta no era la que me impediría dormir, sino el hecho de ya haberme despertado. Me recuesto, pongo el celular a mi lado y trato de volver a dormir. Pero, como ya me lo imaginaba, no puedo. Ya me he levantado, ya no puedo volver a dormir. Me doy la vuelta, y me escondo en las cobijas, estoy molesto.


Estoy molesto, estoy molesto… ese pensamiento golpea mi cabeza una y otra vez como si gritara en una cueva y el eco nunca acabara, “¡estoy molesto!”. Me doy cuenta unos minutos después que la fiesta ha terminado, pero realmente no me importa. Sigo molesto, pero, ciertamente, no sé por qué. Decidí encender la televisión, y sí, a esa hora no hay nada bueno, puros infomerciales, en fin, ni los tomare en cuenta.


Me gusta la mañana, el aire frío golpeando mi cara, el pasto mojado debajo de mis pies, y la luna brillando sobre la madrugada. Me encanta levantarmetemprano, pero no cuando no he dormido bien. Detesto a mi cuerpo en estos momentos, sabe lo tanto que me gusta levantarme temprano, e ignora el hecho que solo he dormido tres míseras horas. Pero después de todo, es mi cuerpo ¿no? yo debería conocerlo mejor que nadie, me debería pertenecer.


¿Mi cuerpo me pertenece? ¿Soy dueño de él? Esos pensamientos invaden mi cabeza mientras trato de despejarla. Como les digo, me gusta levantarme temprano, pero no cuando no he dormido bien, ojala mi cuerpo lo supiera.


Ojala tuviera un cuerpo que me perteneciera ¿el mío quizás? Y sin darme cuenta me sumerjo en esos pensamientos y quedo dormido, arrullado por esos malditos mensajes transmitidos por el canal de C.V. Directo.


Body Crunch, CreC Max, Body Elegance. ¡Llame ya! Body Crunch, CreC Max, Body Elegance. ¡Llame ya! Body Crunch, CreC Max, Body Elegance ¡Llame ya! ¡Ignacio! ¡Cabrón! Despierta, otra vez te quedaste dormido, ya se te hizo tarde para ir a la escuela.



El autor nació en el Estado de México en 1995, es estudiante de letras latinoamericanas en UAMEX ha publicado en: Prologo MX y Factum. Revista literaria


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