top of page

Mariano Escobedo: ejemplo de un héroe gris.

Durante el siglo XIX, la nación mexicana vivió numerosos y diversos conflictos (políticos, administrativos, sociales, culturales y económicos) que en conjunto mantuvieron una crisis constante en el país; sin embargo, la intervención norteamericana marcaría un antes y un después en la sociedad mexicana. Está afectaría a los “primeros hijos de México”; una nueva generación de mexicanos, que había crecido a la par de la guerra independentista, que veían vital importancia en proteger a su nación y en mejorarla según los distintos ideales que se habían forjado.


Uno de estos tantos mexicanos fue: Mariano Antonio Guadalupe Escobedo de la Peña, nacido el 16 de enero de 1826 en la villa de San Pablo de los Labradores, Nuevo León. Escobedo gozó de algunas comodidades debido a la estabilidad económica que tenía su padre al ser un comerciante respetado de su comunidad; también se sabe que Escobedo recibió una educación básica con un enfoque religioso como muchos de sus compañeros liberales que posteriormente se volverían protagonistas en el periodo de la Reforma y en la Segunda Intervención Francesa.


Sin embargo, aún queda mucho que decir sobre este personaje, que pareciera ser olvidado u opacado por aquellos héroes de la historia de bronce. En parte esto se debe a que ha sido eclipsado por algunos de sus contemporáneos -con más carisma y personalidad- o que sabrían llegar a los círculos de poder más importantes. Es curioso como este personaje es catalogado con los nombres: “el glorioso soldado de la República”, “el leal republicano” o el “republicano demócrata benemérito”; términos que podrían pecar de generalistas, ya que según nuestra historia oficial todos los protagonistas liberales del periodo podrían fácilmente cargar con estos nombramientos; tal vez Escobedo puede situarse como el secreto de las brillantes victorias que obtuvo durante la guerra de intervención debe atribuirse más bien al tacto especial que siempre observo en la elección de sus tenientes y a su grande actividad, que a las cualidades personales que constituyen un buen militar.” Esta sería la visión que tendría Sostenes Rocha sobre el general, es importante recalcar que esta descripción no estaría muy alejada de la que compartían los demás funcionarios del Porfirito. Y a pesar de ser el General que daría el tiro de gracia al imperio, no se le da la misma “el glorioso soldado de la República”, “el leal republicano” o el “republicano demócrata benemérito” ejemplo ideal de todas las virtudes y defectos que poseían los oficiales e intelectuales republicanos. Su pecado fue: ser un hombre con una idea clara de su función militar, sin ambiciones de poder o riqueza.


“El general Escobedo es un hombre inculto habiendo carecido siempre de los medios necesarios para instruirse; pero hasta cierto punto y en todo aquello que no requiere precisamente la ciencia militar, su clara inteligencia y su grande actividad física y moral han podido suplir aquel defecto. No es un valiente pero, excesivamente pundonoroso, es capaz de afrontar todos los peligros. Ha sido siempre, y lo es en la actualidad uno de los demócratas de más buena fe que militan en México bajo las banderas del gran partido progresista.El secreto de las brillantes victorias que obtuvo durante la guerra de intervención debe atribuirse más bien al tacto especial que siempre observo en la elección de sus tenientes y a su grande actividad, que a las cualidades personales que constituyen un buen militar." [1]


Esta sería la visión que tendría Sóstenes Rocha sobre el general, es importante recalcar que esta descripción no estaría muy alejada de la que compartían los demás funcionarios del Porfiriato. Y a pesar de ser el General que daría el tiro de gracia al imperio, no se le da la misma relevancia como a: Ignacio Zaragoza, Vicente Riva Palacio, Porfirio Díaz o Benito Juárez; esto puede ser porque el propio personaje parece unidimensional. No es el general que derrota al ejército más poderoso del mundo con ayuda de tropas indígenas, tampoco un poeta, un militar ambicioso o un benemérito que se enfrenta a la iglesia y a los invasores extranjeros desde un escritorio y con gran capacidad intelectual. Escobedo pertenece al grupo de personas sencillas que solo luchan por lo que creen que es correcto, aunque sus aspiraciones solo sean seguir siendo un ranchero. Como dijese en la carta a su madre: “carta”; la vida lo guiaría a un camino más glorioso de lo que él esperaba, siendo gobernador de su estado. Además la leyenda de Escobedo empezaría y terminaría en el sitio de Querétaro, demostrando ser un hombre consiente y sin más ambición.


La muerte de Maximiliano marcaría un quiebre en la vida de la nación mexicana y en la de Escobedo también, el momento de gloria había pasado, estaba eliminado el gran enemigo de la patria, la nación se reestructuraría y por ende muchos generales republicanos formarían parte del nuevo gobierno; sin embargo Escobedo se perdería en los pasajes del tiempo, sus victorias serian minimizadas por los historiadores del Porfirito -a quienes les importaba más analizar y enaltecer las victorias del dictador en Puebla y en la Ciudad de México, que las de Mariano en el norte a pesar de que estas fueran las que debilitarían enormemente al Imperio y la última de estas acabaría con las cabecillas del imperialismo y conservadurismo.


Escobedo fue víctima de la historiografía de su periodo, que respondía a las órdenes de Díaz, fue insultado y menospreciado por sus compañeros, su más grande victoria fue puesta en duda, debido a que algunos historiadores dirían que no merecía honores, ya que la plaza de Querétaro fue fraudulenta. Sus escritos serian confiscados por el gobierno Porfirista al morir su autor, ya que suponían un peligro para la historia que se estaba formulando en el periodo. Tristemente Escobedo sería una de las tantas figuras grises semi-olvidadas por la sociedad mexicana, que lo recuerda más con el nombre de una calle que por ser aquel general que propino el golpe final al efímero imperio de Maximiliano.


No cabe duda, al leer sobre su vida durante el porfiriato, se entiende que no hubo nadie más leal a la república, Escobedo siguió combatiendo en nombre de Sebastián Lerdo de Tejada hasta que fue apresado por sus ex compañeros. Cabe reconocer que la personalidad de este hombre es bastante compleja pero podemos rescatar que era un hombre serio, disciplinado, lo que le faltaba de educación lo compensaba con nobleza poderes que se le confiaban, tales cualidades lo llevarían a ser reconocido por la revista satírica El hijo del Ahuizote como el mejor candidato para enfrentarse en la tercera elección de Díaz. Si alguien se merece ser recordado es Escobedo, pero también dudo que a él le hubiera gustado eso, quizás el preferiría que recordáramos a sus compañeros de lucha, que son tantos que se difuminan en la historia de México, y que se recuerdan solo en pequeños párrafos de las investigaciones sobre el siglo XIX.


Sin embargo aún quedan esperanzas para estos héroes olvidados, en la actualidad cada vez surgen más libros e investigaciones que buscan reivindicar a toda esta multitud de personajes que han sido comidos por el olvido, y que podrían ayudar a entender mejor nuestro pasado, así como lograr una verdadera identificación de la historia con las personas, mostrando a estos individuos ilustres como personas de carne y hueso, que sacrificaban su vida por el bien mayor de la patria.




El autor nació en Puebla en 1996 y es estudiante de Historia en la FFyL de la BUAP.

[1] (Rocha 1972)


Grupo tropos

La noche del estreno

Mariano Escobedo...

Pero tengo mis poemas

Tetas

Alina

Sigenos en:
  • SoundCloud Social Icon
  • Facebook Basic Black
bottom of page